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Se denomina prebióticos a hidratos de carbono que nuestro intestino no puede digerir y se componen de inulina, fructooligosacáridos (FOS) y galactooligosacáridos (GOS).
Son de gran utilidad para nuestra flora intestinal ya que estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas para nuestra salud.
Algunos alimentos ricos son ajo, cebolla, alcachofas, avena, espárragos y puerro.
En el mercado se pueden encontrar en alimentos fermentados como por ejemplo kéfir, chucrut, kombucha, tempeh o umeboshi. También existen suplementos con cepas de diferentes tipos, las más comunes son bifidobacterium y lactobacillus.
Si vemos la composición de cualquier suplemento probiótico veremos que existen diferentes tipos de bacterias con nombre similares aunque cada bacteria puede ser una cepa diferente.
Una cepa se cataloga por su género, especie y con una designación alfanumérica. Por ejemplo, en el caso de Lactobacillus casei DN-114, Lactobacillus es el género, casei es la especie y DN-114 es la cepa concreta dentro de la especie.
Es muy interesante prestar atención a nuestra dieta para saber si estamos incluyendo alimentos ricos en estas bacterias beneficiosas.
Si viajamos a un país exótico se recomienda tomarlos para evitar la diarrea del viajero.
En el mercado podemos encontrar diferentes formatos: sobres, cápsulas o incluso en líquido. De forma general, siempre hay que tomarlos antes de las comidas para evitar que se puedan destruir por mezclarlos con otros alimentos.
Si estamos tomando antibióticos hay que separar la toma de probióticos 2 horas para evitar que el antibiótico los destruya.
Carlos Galán
Coaching Saludable
Naturópata y Kinesiólogo
carlosgalan.es
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