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Ser padres de adolescentes
Normalmente los padres ya temblamos sólo ante la palabra “adolescentes”, pero tal vez el enfoque negativo tampoco ayuda mucho.
En este artículo queremos ofrecerte algunas herramientas que quizás aún no has probado.
Si nos centramos en la empatía, en la visión optimista y las fortalezas de tu adolescente, la perspectiva cambia y los resultados de la relación también.
Veamos a partir de ahora la adolescencia como la etapa brillante en la que se desarrollan las potencialidades del individuo para, en un futuro, aportar lo mejor de sí mismo a la familia, al grupo y a la sociedad.
Nosotros también fuimos adolescentes
Sí, a lo mejor eras diferente, tampoco teníamos los mismos recursos, pero las necesidades, inquietudes, miedos e incertidumbres son las mismas.
Además, tenemos una tendencia natural a ponernos en el peor de los casos, en ser negativos y darle muchas vueltas a los problemas.
Un adolescente vive por primera vez una multitud de emociones y situaciones nuevas, pero sin los recursos que tenemos los adultos. A veces se sienten desbordados y desorientados es por ello que nos necesitan más que nunca.
Adolescencia = cambio
Los cambios se producen a lo largo de toda nuestra vida pero durante la adolescencia son mucho más rápidos y son difíciles de gestionar sin el apoyo adecuado por parte de los padres y adultos cercanos.
Las acciones no son con mala intención, son la expresión de una necesidad. Las necesidades cambian de forma natural a lo largo del desarrollo y como adultos debemos ser conscientes de estos cambios y necesidades, identificarlas, aceptarlas con sabiduría y dar visiblemente nuestro apoyo desde el amor, la perspectiva y la crítica constructiva.
Durante la pre-adolescencia sienten preocupación por lo físico y emocional y se produce un duelo por el cuerpo y la relación infantil con los padres.
Posteriormente la mayor preocupación es la afirmación personal y social en la que se necesita distanciarse del grupo familiar y extender su “yo” con la pareja, los amigos.
En la etapa final de preparación para la vida adulta, el joven busca la afirmación del proyecto personal-social, la reestructuración de las relaciones familiares y el desarrollo de habilidades para la independencia física, emocional y racional.
La clave del éxito
La gratitud, la apreciación de lo bueno y enfocarnos en lo que funciona constituyen un poderoso antídoto ante esta tendencia negativa.
Se trata de tomar conciencia de lo bueno que hay en nuestros adolescentes, habituarnos a apreciarlo y agradecerlo constantemente y de corazón.
Aprender a fijarnos en lo positivo, en las cualidades y fortalezas de nuestros queridos hijos y alumnos, nos ayudará a restablecer una conexión emocional a través de la cual podamos serles de más ayuda.
Cómo ser un buen apoyo
El apoyo familiar y social es la principal fuente de satisfacción y bienestar para los adolescentes.
Existen 24 fortalezas que son agrupadas en 6 virtudes, son referencias que nos ayudarán a identificar y clasificar.
Las 6 virtudes son: sabiduría, coraje, humanidad, justicia, moderación y trascendencia.
Las 24 fortalezas: Curiosidad, amor por el aprendizaje, pensamiento crítico, ingenio, perspectiva, valentía, perseverancia, honestidad, pasión por las cosas, capacidad de amar, generosidad, inteligencia emocional, civismo, equidad, liderazgo, capacidad de perdonar, humildad, prudencia, auto-control, capacidad de asombro, gratitud, optimismo, sentido del humor, espiritualidad.
Es importante empezar con uno mismo, pues desde la auto-conciencia para identificarlas y cultivo de las propias fortalezas resulta más fácil ayudar a los demás.
Habiendo ya trabajado personalmente durante unos días, te será más natural reconocer las fortalezas en tus hijos.
Identificar y reflexionar
Dedica tiempo a pensar en sus fortalezas, observa cómo las aplica, y escucha lo que otras personas aprecian de él o ella, profesores y amigos que probablemente comparten más tiempo con nuestros hijos que nosotros mismos.
Ayúdale a conocerse
Resalta sus cualidades cuando las pone en práctica, y los buenos resultados a que conducen.
Habla de forma positiva sobre acciones concretas en las que ha mostrado un comportamiento amable, curiosidad por algo, se muestra enérgico y con vitalidad haciendo lo que le gusta, ha mostrado humildad, admiración, optimismo, ha sido perseverante para conseguir una meta, ha sabido auto-controlarse y pensar antes de actuar,…
Hay multitud de buenas cualidades en nuestros adolescentes y tenemos que aprender a verlas y hacerlas merecedoras de elogios.
Valora sus cualidades
Confía en sus fortalezas y anímale a que las ponga en prácticas en situaciones diferentes, quizá en aquellas en las que encuentra más obstáculos, como el estudio o tener hábitos personales y sociales saludables.
Por ejemplo si le gusta investigar en el ordenador, elogia la perseverancia, la curiosidad y capacidad de aprendizaje autónomo y ayúdale a buscar la forma de aplicar esas mismas cualidades para hacer el trabajo de biología.
Esto puede tener además un papel clave en el asentamiento de la identidad y de la autoestima, que serán una buena base para la construcción de las relaciones sociales positivas.
Potencia sus valores
Buscando conexiones entre diversas fortalezas; por ejemplo: los jóvenes dedican mucho tiempo a las relaciones sociales y podemos hacerles valorar otras fortalezas que se ponen en juego en estas interacciones, como la curiosidad por lo que les gusta a los demás, la generosidad, la autenticidad y vitalidad con la que se participa en el grupo, la capacidad de perdonar, la gratitud y el sentido del humor.
Muestra tus fortalezas al mundo con tu conducta, y tu autoestima y satisfacción crecerán.
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