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Liberando el dolor físico

Liberando el dolor físicoCuando sentimos dolor se paraliza todo, nuestra vida y nuestra rutina queda en segundo plano y sólo somos capaces de pensar cómo podemos huir, cómo podemos eliminarlo.

En el caso del dolor físico, los analgésicos tienen esta función, la de eliminar la sensación del dolor (aunque no la causa),  para que podamos continuar con nuestra vida. Sin embargo, ¿Te has parado a pensar que tal vez el dolor tenga una razón de ser, más allá que la de amargarnos la vida?

siendo el dolor la señal de alarma de que algo no va bien y debe ser atendido o tenido en consideraciónImagínate que vas por la autopista conduciendo tu coche y de repente se enciende la luz de falta de aceite y como te molesta esa luz de alarma, decides romperla. Claro, la luz deja de molestarte, sin embargo, al cabo de unos kilómetros el coche dejará de funcionar. Pues ahora imagina esta misma imagen en tu cuerpo, siendo el dolor la señal de alarma de que algo no va bien y debe ser atendido o tenido en consideración. La mayoría de dolores que aparecen en el cuerpo tienen la función de llevar nuestra atención hacia cierta esa parte, para tenerla en consideración, como un indicativo de fallo.

Cómo es el proceso

Si yo no hago caso, podrá pasar:

  • Que el dolor se acentuará.
  • Se volverá crónico.
  • Desaparecerá con el tiempo ya que el cuerpo ha sido capaz de sanarse a sí mismo.
  • Pasará a un nivel subconsciente.

Tengo un dolorLas dos primeras situaciones está claro que no las queremos. La tercera es muy buena y la cuarta parece bastante atractiva: si el dolor pasa a nivel subconsciente ya no lo voy a sentir. Para ver si realmente es una buena situación vamos a estudiar más a fondo su proceso interno:

  1. Tengo un dolor.
  2. No le hago caso, o no de la manera adecuada.
  3. El cuerpo tiene algo más urgente que atender, así que lleva atención hacia esa nueva urgencia y “encapsula” el primer dolor pasándolo a un segundo plano.
  4. Sin embargo, a pesar de no sentir dolor, la causa que lo creó continua operando y si no se le atiende puede crear un desequilibrio en el organismo (también llamado enfermedad).

Qué puede hacer el Yoga en caso de dolor.

Desde el Yoga se nos ofrece una sencilla pero efectiva alternativa: llevar nuestra atención hacia el dolor. Tú me dirás: ¡pero si eso ya lo hago! Cada vez que me duele no me queda otro remedio que llevar mi atención hacia esa área. Sí que es cierto, pero lo haces de manera forzada y sin prestar atención a los detalles. Lo que esta técnica propone es llevar nuestra atención de manera voluntaria hacia el área de dolor y a partir de ahí ir observando que sensaciones se dan exactamente (intensidad, temperatura, profundidad, etc.), cuando se activan, cuanto duran, etc.

Reconocer la profundidad y gravedad de la situaciónEsta técnica nos sirve para:

  • Reconocer la profundidad y gravedad de la situación y tomar medidas necesarias.
  • Enviar energía vital a la zona afectada para ayudar a sanarla.
  • Liberar la energía estancada que se manifiesta como dolor.
  • Entender el mensaje oculto escondido en el dolor.

Pero, ¿Qué mensaje tiene el dolor para mí? ¿No me lo podría dar por escrito y dejar de molestarme? Bueno, a veces no es tan simple. Además, cuando me refiero a dolor no me refiero solamente a dolor físico sino también a un malestar emocional. Todos sabemos que el dolor emocional puede ser tan acuciantemente intenso (o más) que el dolor físico. De hecho, hay muchos suicidios debido a un dolor emocional. Esto nos debería dar cuenta del peso real de la emoción en nuestras vidas.

De esta manera, mientras que el dolor físico nos puede dar información sobre nuestro cuerpo (y si sabemos descifrarla sobre nuestra mente y emociones) el dolor emocional nos está hablando directamente de nuestras emociones, de nuestra situación de vida y de nuestro sistema de creencias. Nos está diciendo que ha ocurrido algo que no nos ha gustado, que hay algo que no está funcionando bien en nuestras vidas o que hay algo que cambiar en nuestra manera de percibir el mundo. Y si somos capaces de mirarlo de frente, esta información se nos va a revelar.

Y cómo miro el dolor o el malestar emocional¿Y cómo miro el dolor o el malestar emocional?

Si, puede parecer algo abstracto. Sin embargo, por muy abstractas que parezcan las emociones se manifiestan en nuestro cuerpo (se somatizan) con síntomas claros. Algunos agradables, otros desagradables. De ahí que cataloguemos las emociones en “positivas” y “negativas”. Por ejemplo, las emociones de tristeza, rabia, cólera, miedo, etc. desarrollan algunos síntomas bastante claros en nuestro cuerpo, como sensaciones desagradables en el abdomen, en el pecho, en la zona lumbar, alteración de la respiración, tensión en la mandíbula, en el cuello, etc. Mientras que las emociones positivas  suelen crear sensaciones agradables en esas mismas áreas.

El tema aquí es que si no prestamos caso a estas sensaciones, se acumulan y se cronifican (llegando a volverse subconscientes) creando tensiones en las fascias, los músculos y demás estructuras. Estas tensiones, estos bloqueos, son un llamado al desequilibrio, a la desarmonía, a lo que conocemos como enfermedad.

Esta observación nos permite ser conscientes de nuestro cuerpo, nos enseña a tenerlo presente, a amarlo y nos puede ayudar a liberarnos del dolor leve a moderado, pero es evidente, en cualquier caso, hay que ir a un especialista/médico.

Te propongo un sencillo ejercicio para desbloquear y prevenir posibles doloresTe propongo un sencillo ejercicio para desbloquear y prevenir posibles dolores:

Observa tu cuerpo. Imagínate que lo estás observando desde afuera y comienza a recorrerlo de forma detallada de arriba abajo y de abajo a arriba, cómo si se tratase de un scanner. Comienza por la coronilla, continúa por la cabeza, conectando con el centro de tu cerebro, los ojos, las orejas, la nariz, los dientes, la lengua, las encías, la mandíbula, la garganta, el cuello, las clavículas, los hombros, el pecho, la espalda, la zona abdominal. ¿Qué sensaciones tienes ahí?

Continúa bajando a la zona sexual, el sacro, el suelo pélvico, los muslos, rodillas, pantorrillas, tobillos, empeines y planta del pie. Pon atención a tus pensamientos y sensaciones.

Siente bien tu planta enraizada en la tierra. Y a partir de ahí vuelves a subir desde la planta del pie hasta la coronilla, en sentido inverso, imaginando que una luz blanca  baña cada parte de tu cuerpo, aflojando los nudos y bloqueos que pudiera haber.

Hacerlo de manera habitual te permitirá tomar más consciencia de tu cuerpo, conectar de manera creativa con tu emoción, relajar tensiones y sentirte mejor.

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Patricio Moralo

Director de la Escuela ASHTANGA YOGA INBOUND
www.yogainbound.es

 

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