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Concebir un hijo, dejarse habitar
En medio de la nada donde todo es posible, se produce un encuentro.
Abrirse a la experiencia del embarazo, de dejarse habitar es algo maravilloso y Tere Puig te cuenta el aporte del yoga, de gran ayuda en este reto.
Necesitamos un entorno conocido para experimentarnos, para atrevernos a ser como somos, y aventurarnos a ser de una forma distinta a la que hasta hoy conocemos. Así, ganamos en confianza y nos permitimos la evolución.
Es la confianza la que nos permite habitar profundamente el cuerpo, sin miedo a descubrir rincones, hasta ahora desprovistos de nuestra presencia.
Y esta misma confianza permite a la mujer abrirse a la experiencia de sentirse habitada por el nuevo ser que se anida en su vientre, sin miedo a mostrar ni a descubrir aspectos que jamás se han revelado.
Concebir un hijo, apertura total
No debería extrañarnos la revolución que supone para una mujer este proceso. Implica una apertura y una transparencia que quizás nunca hayamos experimentado. El nuevo ser que crece en el vientre de una mujer participa de cada instante, cada sensación, cada emoción que ella vive.
La mujer va tomando conciencia de ello poco a poco y se da cuenta que ella también vive las experiencias del bebé que aún está por nacer.
Durante el primer trimestre de gestación, todo favorece que la mujer haga este proceso, y vivir con los ojos abiertos la ayudará a experimentarlo plena y placenteramente.
El hombre contempla como su compañera atraviesa este intenso periodo. Su capacidad para aportar un entorno donde ella se sienta libre y segura, para realizar esta evolución, será indispensable para una gestación saludable y harmónica.
Lo que el yoga puede aportar
La pareja embarazada necesita percibir los cambios, que suceden a nivel físico y mental, para poder adaptarse a ellos con confianza y entrega.
La sencillez, la lentitud y la atención en la práctica del yoga favorecerán este aumento en la capacidad de percepción y auto percepción y en el desarrollo de la confianza en el propio cuerpo, el de la pareja y el del bebé.
Los primeros meses de embarazo son muy adecuados para centrarse en esta actividad, ya que la mujer, de forma natural, ya experimenta esta tendencia a la interiorización y la escucha.
Si hablamos en terminología ayurvédica, diremos que nos interesa potenciar un estado Khapa (agua-tierra).
Este estado nos permite experimentar la sensación de fusión, de ser uno con todo, de sentirnos sustentados y abrigados, de estar en contacto con las propias necesidades y las del entorno actuando para cubrirlas.
En definitiva, nos abre al sentir y nos predispone a vivir de forma placentera, sin angustia.
A nivel práctico, potenciaremos este estado con una práctica de yoga de ritmo suave y centrada en la atención. Pondremos por delante el descubrir la sensación que nos aporta una asana (postura) que el alcanzar su ‘máxima perfección’.
Liberándonos de los retos de la aparente complejidad y moviéndonos suficientemente despacio para poder sentir lo que nos aporta cada pequeño cambio en la postura y en el movimiento, podremos profundizar en la experiencia corporal.
Un poco de práctica
Quiero experimentarme y descubrirme. Voy a encontrar una postura, estática o dinámica, que me sea fácil, donde el reto no sea la ejecución sino mantenerme en ella sin aburrirme.
Voy a instalarme en esta postura, en la que me siento completamente segura/o, como en casa. Empezaré a dirigir mi respiración y atención a distintos lugares del cuerpo atreviéndome a ir más profundo de lo que voy habitualmente – sintiendo no solo músculos y huesos, también vísceras y líquidos, no solo grandes movimientos, también los sutiles movimientos – como los del bebé en el vientre.
Mi única tarea es pasearme a lo largo, ancho y profundo de mi cuerpo percibiendo sus reacciones, sensaciones, matices y cambios sutiles.
Cuando sienta que ya no puedo descubrir nada nuevo en esta posición, evolucionaré lentamente hacia otra postura. Al día siguiente volveré a las posturas conocidas y me sorprenderé observando la cantidad de nuevos matices que se me revelan.
Desde esta actitud de observadora, enfocada en el descubrimiento, puedo experimentar como cada día soy distinta, percibir nuevas sensaciones, ver como despiertan algunas zonas de mí que creía inexistentes, escuchar otras zonas que me piden descanso, sentir otros cuerpos tan cercanos al mío – el de la pareja, el del bebé, comprender desde la experiencia que vivo en un eterno movimiento… Me abro a conocer a la nueva mujer, al nuevo hombre y al nuevo ser que nacerán gracias a este hermoso proceso de gestación.
Tere Puig
Escritora, formadora de yoga en maternidad y familia
máster en Anatomía Experiencial e ingeniera en Telecomunicaciones
www.nacercrecer.com
info@nacercrecer.com
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