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Descodificación biológica: historias de vida y repetición de vivencias
Él bebe llega al mundo en condiciones de debilidad, y necesita, durante sus primeros años, la ayuda que compense lo que aún no ha madurado en él
El Dr. John Bowly, en su teoría del apego, describe la importancia que tiene para el niño que su madre y/o sustituto se sienta atraído por él y le dedique los cuidados que van a permitir su supervivencia. Si esto no ocurre y le abandona, su vida correrá peligro. Un pequeño mamífero abandonado, rechazado, desamparado, se va a morir seguro de hambre, sed o será devorado por un depredador.
La primera infancia
La mayor parte de los comportamientos, que luego de adulto se van a repetir, se han adquirido en la primera infancia y están en relación a las necesidades del cerebro mamífero, que es el único que funciona, ya que el niño aún no tiene sus vías nerviosas completas. El recién nacido humano solo tiene su cerebro reptiliano, que es el que gestiona las funciones vitales corporales como: respirar, digerir, eliminar, realizar las funciones cardíacas, permitir el descanso, etc. Rápidamente, después de unas semanas, el cerebro mamífero empieza a funcionar, y es a partir de aquí cuando las emociones emergen. El cerebro humano, empezará a funcionar poco a poco, a partir de los 3 y 3 ½ años y será totalmente funcional, entre los 25 y 30 años.
El bebé grabará en su memoria, en forma de imágenes mentales, todo lo que hizo posible que su madre le prestara atención y luego va a repetir esos comportamientos en los diversos ámbitos de su vida. Es decir, registra aquellas acciones que tuvieron éxito, aunque esté asociado a un dolor. Por ejemplo: el bebé llora llamando a su madre cuando siente hambre, o para que le proteja de los depredadores, ya que siente que está separado de su madre al no tener contacto. Cuando ella llega, el bebé entra en una inhibición de la acción y la madre cree que se ha dormido porque no es la hora. Un bebé no entiende de horarios y solo está en las sensaciones. Por ejemplo: siente hambre, lo que está asociado a “estoy en peligro de muerte” y para detener la angustia y no vivirlo en directo, usa el comportamiento de inhibición de la acción o “coma superficial” del que saldrá cuando sus sentidos le indiquen la proximidad de su madre, o lo que es igual, a sentirse protegido y seguro. Esa pasará a ser una solución de éxito.
Heredar y repetir
Todos los seres vivos han heredado todas las soluciones ganadoras de adaptación al medio ambiente. Por eso, al llegar a la vida, el niño pequeño se adapta a los deseos inconscientes de sus padres. A menudo, esos deseos inconscientes se corresponden con sufrimientos de la primera infancia de los padres, y los niños elaboran las soluciones que los padres no han podido hacer en su infancia, en la relación con sus propios padres.
Es así como va de generación en generación, y o no somos muy creativos, o bien se repite, o bien hacemos lo contrario, pero lo contrario no es nada más que eso, no es adaptarse, en todo caso, no es muy creativo. La adaptación requiere un poco de creatividad.
Cada vez que una solución ha tenido éxito, se ha recibido una recompensa neuroquímica, que ha sido grabada a nivel celular como placer biológico que provoca una sensación de alivio, y el recuerdo del placer biológico va a provocar el deseo de tener la misma recompensa, el mismo placer, por lo tanto volver a vivir lo mismo. Ahí comienza la cadena de repeticiones interminables, de la misma tonalidad de las experiencias vividas con los padres.
Por ejemplo: de pequeño, para que los padres le prestaran atención, el niño procuró ser golpeado. De adulto estará en contacto, y buscará la misma sensación que le provoque un alivio biológico. O suspendía en el colegio y conseguía la atención de los padres, que se ocupaban de él llevándolo al psicopedagogo o a refuerzo extraescolar. De adulto tenderá a fracasar para satisfacer su necesidad de ser mirado. Tenemos tendencia a recrear situaciones en las que estamos en peligro, para tener el placer biológico de sobrevivir a ello, con el mismo comportamiento que tuvimos en la infancia.
Estas conductas, que fueron vitales en la infancia, puede que ya no estén adaptadas a la vida adulta y cuando aparece una enfermedad, ya sea física, existencial o comportamental, ésta nos avisa de que nuestro comportamiento está inadaptado a la situación actual.
Acoger, reconocer y comprender.
Cada generación ha hecho lo mejor que ha podido, y en muchas ocasiones, han tenido que ocuparse de cosas fundamentales para la supervivencia, sin tiempo para generar otro tipo de relación.
En la terapia de Descodificación biológica se acompaña a la persona a descubrir sus patrones estructurales, aceptarlos, acogerlos, para que pueda comenzar una transformación en la manera de vivir su propia historia.
El cerebro humano contiene la capacidad de imaginación que está condicionado por el futuro, y es la realización de un proyecto realista y motivador lo que va a permitir al ser humano salir de su comportamiento infantil y emocional, y pasar a un comportamiento adulto.
Ángeles Wolder Helling
Terapeuta Sistemica, Psicogenealogia,
Terapeuta y formadora en Biodescodificacion.
PRL Antropología
www.institutoangeleswolder.com
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