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De la resistencia a la aceptación
La importancia de la aceptación reside en que una vez se aceptan las situaciones difíciles, los sentimientos dolorosos en torno a ellas pueden liberarse. La resistencia no ayuda.
La aceptación no es un concepto bien recibido por alguien que está pasando por alguna dificultad en su vida.
La resistencia es una lucha dolorosa
Por supuesto, lo normal es que queramos mejorar esa situación pero el primer paso para hacerlo es aceptarla tal cuál es, no desgastarnos resistiéndonos.
A partir de la aceptación muchas emociones negativas que nos bloquean como el miedo, el resentimiento, la culpabilidad, la sensación de incapacidad para afrontar la situación, se diluyen.
En consecuencia creo pensamientos que generan malestar en mí, y no cambian en absoluto el comportamiento de la persona, todo lo contrario, ésta puede percibir mi rechazo y eso aumenta la tensión entre los dos.
Aceptar es respetar
Al permanecer libre de esas influencias negativas, es posible comunicarme con esa persona desde una actitud de respeto y de serenidad, algo que su ego en principio puede rechazar, pero que sin duda tendrá, con el tiempo, una repercusión muy positiva en la relación, puesto que esos valores universales nos nutren a todos, es decir, todos nos sentimos bien cuando alguien realmente muestra un respeto verdadero (no fingido) hacia uno.
El hecho es que ese respeto verdadero surge cuando la persona se libera de sus pensamientos inútiles acerca de otros, lo que le permite permanecer más alineada con sus valores, con su auto-respeto.
Solo aquél que se respeta a sí mismo puede respetar a los demás, más allá de sus comportamientos, ya que comprende que están bajo una influencia pero reconoce su valor intrínseco.
Aceptar requiere un cambio profundo
Aceptación significa que no nos resistimos ante lo que ya tenemos enfrente. De esa manera le restamos fuerza a la situación, hacemos que disminuya su poder de desestabilizarnos.
No aceptar algo que ya ha sucedido o está sucediendo es como luchar contra algo que no podemos cambiar.
No resistirse implica que a nivel de nuestra percepción, de nuestros pensamientos, no vemos a la situación como nuestro enemigo, simplemente está ahí, es real, lo que no es «real» son las emociones negativas que yo creo en torno a ella («las siento pero las estoy creando yo, me siento mal, pero no estoy mal sino generando mi propio malestar»).
Ver la situación de esta manera crea una distancia entre nosotros y ella, lo que nos permite des-identificarnos y evitar que nuestros pensamientos entren en un ciclo de preocupación que nos cierra a otras posibles perspectivas más positivas.
Un acto de valentía
Todo esto es sencillo de describir, pero ponerlo en la práctica, ¿qué es lo que requiere? Es un acto de valentía y confianza el dejar de aferrarnos a una determinada postura ante las circunstancias, es un acto de amor hacia nosotros mismos el darnos cuenta de que podemos como mínimo aliviar nuestro dolor y el de los que nos rodean.
Requiere darse cuenta de que nos aferramos a la resistencia por el miedo a no ser capaces de afrontar y mientras lo sigamos haciendo el dolor no remite.
Una perspectiva de la vida muy beneficiosa es la de que cada situación esconde un secreto, posee un beneficio oculto.
Puedo vivir la situación como algo que pesa como una mochila de plomo, o aprender a leer las valiosas lecciones que me aporta para mi crecimiento interior.
De hecho, es en el tablero de la vida donde se desarrolla el juego de la transformación. Si no viniera esa escena, no podría progresar ni me podría transformar.
Una de las transformaciones más profundas consiste en considerarnos un ser espiritual que participa del juego ilimitado de la vida.
Entender y aceptar que cada situación en el juego de la vida es la que tiene que ser y no es fortuita nos posiciona en el estado de conciencia adecuado para activar nuestros variados y ricos recursos espirituales y tratar con ella con discernimiento y sabiduría.