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Combatir el suicidio en época de Coronavirus
Los tiempos de crisis como el que estamos viviendo, nos suelen traer más de una tragedia. Y es que a la pandemia del Coronavirus se le tiene que sumar la crisis económica y social. Un cóctel que ha hecho disparar los índices de suicidio, que en España supera ya a los casos de muertes en accidente de tráfico, situándose incluso como primera causa de muerte en este 2020.
Visibilizar el suicidio y romper el tabú
Si bien tenemos detectadas una gran cantidad de elementos negativos y daños colaterales que nos ha traído esta crisis del coronavirus, el suicidio se sigue manteniendo en segundo plano. Es casi invisible y en los medios se habla muy poco o directamente no se habla.
Es completamente necesario romper este tabú y darle voz a esta situación para poder ayudar a combatirlo, porque es el propio tabú y el silencio social alrededor de este tema el que precisamente alimenta, aún más, los pensamientos negativos y las actitudes suicidas.
Es por ello que incluso se ha institucionalizado un Día Mundial Contra el Suicidio, que se celebra precisamente en septiembre, para empezar a normalizar el hecho de hablar del suicidio y que las personas que sufran de estos pensamientos negativos puedan tener un lugar donde expresarlos, sentirse acogidas y así, llegar a mitigar tales conductas. Noticia publicada en Cadena Ser sobre suicidio
Cómo podemos prevenir el suicidio
Muchos expertos señalan que la depresión podría relacionarse con los intentos auto-lesivos o conductas suicidas. Aunque evidentemente, las causas son muy variadas y el deseo de morir surge como respuesta a una crisis vital sin que exista un trastorno mental de base.
Es por ello que debemos concienciarnos, que poder llegar a tener pensamientos suicidas no es algo completamente alejado de cualquiera de nosotros y que hace falta un cuadro psicológico determinado para desarrollarlo. Es más, en épocas de crisis agudas como la actual, estamos mucho más expuestos a este tipo de conductas.
Consejos prácticos para mantener los pensamientos negativos a raya
Sin duda alguna, llevar una vida saludable, tanto física como mental, nos va a ayudar a prevenir conductas suicidas o en caso de aparecer, por atravesar una época especialmente difícil en nuestras vidas, vamos a tener herramientas suficientes para afrontarlas.
1. Realizar actividades agradables
Para ello deberemos primero detectar qué actividades son agradables para nosotros mismos y que se puedan ajustar a nuestra vida de una forma cómoda. Se trata más bien de empezar a disfrutar de los pequeños placeres que podemos encontrar en nuestro día a día para potenciar nuestro bienestar.
Al comenzar a introducir actividades agradables, volveremos a activarnos progresivamente. Los efectos no son inmediatos, pero en unas semanas comenzaremos a sentirnos mejor.
Ir incorporando actividades fuera de casa nos ayudará a tener nuevos estímulos, “tomar aire fresco”, así estaremos físicamente más activos y en compañía de más personas. Todo ello nos permite desconectar de las preocupaciones del día a día.
Una buena lista de actividades agradables debería incluir actividades como estas:
- Que sean realistas. No nos pongamos metas imposibles, ello nos puede reportar el estímulo inverso y provocarnos frustración. Debemos alejarnos de los pensamientos negativos, si detectamos en nosotros o en algún conocido conductas o tendencias que podrían llevar al suicidio. Son “vitaminas emocionales” que nos ayudan a sentirnos felices. Por ejemplo, pasear por un lugar bonito o compartir un café con alguien que nos haga sentir a gusto.
- Actividad física. Incorporar entre tus actividades agradables fuera de casa alguna actividad física como caminar, practicar algún deporte o ir a un gimnasio. La actividad física ayuda a reducir los síntomas depresivos.
- Agradables y en compañía. Las actividades agradables fuera de casa son más placenteras si las realizas en compañía. Intenta disfrutar de temas gratos como recuerdos positivos o amigos comunes. Estar en compañía de seres queridos y amigos es un punto fundamental para combatir tendencias suicidas o depresiones.
2. Romper el círculo vicioso de nuestros pensamientos negativos
Nuestros pensamientos nos provocan emociones y si estamos atravesando un mal momento del cual nos parece difícil salir, estas emociones serán negativas: ansiedad, ira, depresión, frustración…
Emociones que a su vez, retroalimentan nuestros pensamientos negativos y nos harán entrar así en un círculo vicioso en que la negatividad se apodera de nosotros. Si no tenemos herramientas podemos pedir ayudar a profesionales especializados en estos temas.
Si tenemos herramientas y hemos interiorizado métodos que nos ayuden a reconocer de dónde vienen las emociones negativas como tristeza, soledad, etc. será mucho más difícil que acabemos en pensamientos negativos maximalistas del tipo “no sirvo para nada” tan frecuentes en conductas que nos pueden llevar a pensar en el suicidio.
Seguro que el “no sirvo para nada” ha venido ocasionado por un cúmulo de pequeñas frustraciones a las que no hemos sabido darle salida: “conducir no se me da bien”; “necesito alguien que me asesore con las cuentas de casa”…
Es por ello que no debemos dejar problemas sin resolver, ya que pueden provocarnos un intenso malestar y es probable que a veces tengamos la sensación de que no tienen solución, que estamos atrapados.
De hecho, investigaciones recientes apoyan el hecho de que es mejor enfrentarse a los problemas que huir de ellos.
Para abordar esta cuestión, es necesario utilizar la habilidad de solución de problemas. Es posible aprender un método sistemático eficaz para superar las dificultades y buscar alternativas diferentes a los problemas actuales.
3. Disfrutar de buena compañía
Somos animales sociales, eso está clarísimo. Las relaciones con los demás influyen de manera importante en nuestro estado de ánimo. No relacionarnos con los demás elimina una fuente de felicidad y nos hace sentir más tristes. Se genera un círculo vicioso que nos hace sentir tan deprimidos que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en soledad.
Si aumentamos la calidad de nuestros contactos sociales nos sentiremos mejor y, si nos sentimos mejor, nos apetecerá más estar con los demás y romperemos la cadena depresiva.
4. Tener claros nuestros valores vitales
El problema principal no es tener problemas, sino el hecho de que no estamos viviendo nuestra vida plenamente. Los problemas forman parte in-disociable de nuestra existencia y nos ayudan a aprender, a superarnos, en definitiva a crecer.
Pero a menudo, en el mundo actual, nos encontramos demasiado perdidos, todo nos parece enorme e inabarcable y es ahí cuando perdemos la perspectiva y los problemas se vuelven perniciosos.
Vivir una vida valiosa es actuar al servicio de aquello que valoramos. ¿Dónde queremos que se dirija nuestra vida? ¿Cuál es nuestra ruta? ¿Qué es lo que haríamos si pudiésemos elegir libremente en nuestra vida?
Los valores son direcciones generales de vida elegidas. En el momento en el que elegimos nuestros valores, estamos tomando un camino valioso, estamos definiendo a qué nos gustaría dedicar nuestra vida.
Las personas que nos quieren no van a recordar de nosotros nuestros pensamientos, nuestras emociones o sensaciones corporales, sino las elecciones que hemos hecho en nuestra vida y las acciones que hayamos emprendido cada día.
Se trata, por tanto, de elegir cómo queremos vivir, y para ello la primera tarea es descubrir qué ámbitos de la vida son los más importantes para nosotros actualmente y cuál puede ser el VALOR CLAVE en cada uno de ellos.
Posteriormente, debemos establecer metas, desarrollar las acciones para conseguirlas, analizar los obstáculos y las estrategias para manejarlos.