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Cuidar de las cuidadoras, figura esencial en nuestra sociedad
La figura de la cuidadora se ha convertido en esencial para atender a las personas que necesitan ayuda a diario para realizar las actividades cotidianas, como pueden ser personas con algún tipo de incapacidad especial o bien personas mayores.
Otra de las cosas que ha sacado a la luz esta pandemia, ha sido la precarización de un sector que debería ser más conocido y reconocido.
Las cuidadoras realizan una tarea fundamental en centros asistenciales y hospitales, aunque aquí nos vamos a centrar sobre todo en las cuidadoras profesionales y las personas, que dentro del núcleo familiar, se dedican a cuidar a parientes dependientes.
¿Cuál es el perfil de las personas que se dedican a los cuidados?
Aunque se contabilizan algunos hombres, la estadística es demoledora y según las fuentes consultadas, llegan a ser 9 mujeres cuidadoras por cada varón cuidador.
El perfil suele ser el de mujeres de mediana edad con achaques propios que, a su vez, han de encargarse del cuidado de enfermos crónicos de los que son las únicas responsables. A medida que el tiempo pasa y los enfermos empeoran, las cuidadoras, en un porcentaje de hasta el 20%, sufren una patología denominada “burn-out” o “síndrome del cuidador quemado”. Debemos tomar conciencia de lo importante que es cuidar de nuestras cuidadoras.
¿Cómo afecta a las cuidadoras el desempeño de su trabajo?
Con el paso del tiempo, desarrollan un estrés crónico y continuo que no llega a reducirse ni cuando están descansando.
El síndrome del “cuidador quemado” se caracteriza:
A nivel psicológico
- Desmotivación
- Depresión
- Ansiedad
- Angustia
- Apatía
- Cansancio
- Fatiga
- Despersonalización
- Hipocondría
- Tendencias suicidas
- Desinterés
- Sentimientos negativos hacia la persona cuidada
- Irritabilidad
A nivel físico
- Desmotivación
- Depresión
- Ansiedad
- Angustia
- Apatía
- Cansancio
- Fatiga
- Jaquecas
- Gastritis
- Insomnio
- Dolores osteomusculares
- Problemas respiratorios
- Arritmias
- Palpitaciones
- Vértigos
- Alergias
¿Cómo es el día a día de una cuidadora “quemada”?
Cada cuidadora tiene su historia y una situación laboral que además es precaria, con lo que no tienen tiempo de cuidarse a sí mismas. Así que generalmente se enfrentan a una situación que no comprenden y no pueden gestionar.
Su vida cambia absolutamente y deben adaptarse y sobrellevar su estado anímico y dolencias, provocados por el síndrome de la cuidadora quemada. Pero no es fácil porque el enfermo requiere de toda su energía y se van agotando día a día.
Estar "quemada" cuidando a un familiar
En el caso de personas que cuidan de algún familiar, la situación aún se ve más agravada por el apego sentimental. Se plantean que no hay salida porque, aunque se desvelen y renuncien a sí mismas, su familiar no mejora. El desánimo surge y les resulta complicado resolver las situaciones diarias al ver que, por mucho que se esfuercen, no hay mejoría.
El mayor problema surge cuando el enfermo padece una demencia profunda, alucinaciones, delirios, agresividad, incontinencia, estados terminales de la enfermedad o cuando su dolencia impide el descanso nocturno de la cuidadora.
A ello se une la existencia de cuidadoras con enfermedades previas, ancianos, escaso conocimiento de la patología que deben tratar, sin parientes o amigos, bajo nivel económico o carencia de ayuda social.
Necesidades que debe tener cubiertas una cuidadora
La verdad, es que como cuidadora, se precisan muchas cosas. Afecto, apoyo, ayuda, dinero, comprensión, etc. serían las comunes a todas las personas que dedican su vida a sus familiares enfermos. No se quejan, pero echan de menos que los demás comprendan lo que les está ocurriendo sin caer en la compasión.
Tampoco podemos olvidar sus necesidades personales, forma parte de cuidar a las cuidadoras. Pueden estar padeciendo alguna patología física o psicológica que precise tratamiento y no se lo permiten porque consideran que lo importante es cuidar a la persona que tienen a su cargo.
Es imprescindible cuidar de las cuidadoras
El trasiego y la situación personal, hace que día a día, las cuidadoras puedan ir perdiendo algo que es esencial para todo ser humano, pero sobre todo si tienes a cargo el cuidado de un familiar dependiente.
- Una de las primeras renuncias que se detectan se refiere al cuidado de la alimentación propia. Comen de manera inadecuada porque se ocupan de que coma el enfermo y olvidan que ellas también deben hacerlo. Hacen la comida para el dependiente y se la dan; después comen lo que queda o lo que encuentran por ahí. Caen en un error grave porque su nutrición, en tanto que cuidadora, es fundamental para mantener la energía que precisan para sus labores diarias.
- Otro problema es el descanso. Suelen aprovechar el escaso tiempo libre para hacer lo que tienen pendiente y no se sientan ni un minuto. Por la noche no duermen porque están preocupados o tienen que atender al enfermo. Es un círculo imposible de romper que acaba generando insomnio y ansiedad.
- A nivel económico también habría que analizar la situación en la que se encuentran. Si han dejado el trabajo, hay un sueldo menos; si viven de una pensión, no les llega porque tienen más gastos. Cada cuidador sabe a lo que se enfrenta y se desespera porque las ayudas económicas son cada vez menores.
¿Cómo se puede cuidar a las cuidadoras?
Existen diferentes opciones que pasan por acudir tanto a terapeutas de ámbito psicológico y emocional como a terapeutas del ámbito corporal. El tratamiento es imprescindible para recuperar funcionalmente al cuidador y evitar que la situación se descontrole.
Se recomiendan varias medidas preventivas y/o paliativas como terapia. Los expertos la denominan “cuidar al cuidador”
Consejos para "cuidar a las cuidadoras"
- Practicar técnicas de relajación como yoga o taichi, incluso recibir un masaje. Puedes practicar este ejercicio de meditación. No hay que refugiarse en que no se tiene tiempo que perder. La verdad es que cuidar a la cuidadora, es también cuidar a la persona dependiente.
- Aceptar la situación en la que se vive y comprender que se tiene un límite. Debe entender que no se puede hacer todo, aunque quiera. También necesita comer, descansar, hablar, etc.
- Buscar tiempo para uno mismo sin sentirse culpable. El sentimiento de culpa debe ser desterrado de la mente porque no tiene la culpa de nada y necesita tiempo para leer un libro o dar un paseo.
- Reconocer que la situación nos desborda y precisamos ayuda de los demás para hacer frente a la actividad diaria. Dejar que te ayuden no es un signo de debilidad; demuestra inteligencia y hará mucho más fácil la vida.
- Acudir a un especialista para tratar los signos personalmente detectados que deben ser valorados y tratados adecuadamente. Fundamental que la cuidadora esté bien cuidada. No puedes funcionar si estás cansado, desanimado, deshidratado, etc. Tu salud es imprescindible para todos.
- Mantener una actitud positiva pero realista sobre la enfermedad, conocerla y aceptarla. Comprenderlo es difícil, pero te ayudará a llevarlo mejor. Saber a lo que te enfrentas y lo que puedes esperar es fundamental para poder seguir con tu actividad.
- Delegar tareas y responsabilidades en parientes o personas contratadas para ello, para tener un poco de vida propia. No eres egoísta. Tienes que hacerlo para poder seguir dando todo lo que das a diario; delega.
- Cuidar los hábitos alimentarios, el descanso, la actividad física, etc. para aumentar nuestra fortaleza. Descuidar tu salud solo traerá nuevos problemas, porque si enfermas seréis dos los que tendréis que ser cuidados.
- Relacionarse con los demás y hablar de cosas cotidianas para no pensar continuamente en lo que hay en casa. Hay que cambiar el chip y disfrutar de lo cotidiano. Pensar en otra cosa puede ser la mejor terapia para ti.
- Decir NO al enfermo cuando sea necesario y no sentirse mal por hacerlo. Le estás cuidando bien, debes mantener tu independencia en lo posible y no permitirle abusar de la situación.
- Priorizar las tareas y dejar tiempo para el ocio personal diario, sin excusas. El que sea: leer, ir al cine, darte un baño, pasear, etc. Cualquiera es válido y debes tenerlo todos los días.
- Expresar los sentimientos positivos y negativos sin miedo ni culpabilidad. Lo normal es que nos enfademos por la situación. Hablar de ello y escuchar a los demás permite un desahogo que ayuda a seguir adelante.
No puedo más… ¿Qué hago?
Lo mejor es no llegar a este punto, en que la situación se encuentra muy avanzada y va a resultar más complicado resolverla. Lo recomendable sería empezar a cuidarse desde el primer momento, sin esperar a sentirse tan mal.
- Lo primero es pedir ayuda y colaboración a quienes te rodean. No puedes hacerlo sol@.
- Acude a un especialista al menor signo de ansiedad, pero no te automediques. Es un error creer que tomándose una pastilla para dormir o relajarse, te vas a sentir bien. No es así, puede ser una solución puntual pero no debe ser un hábito.
- Es útil asesorarse con los grupos de apoyo a familiares o los específicos de cada enfermedad. Existen muchas asociaciones a las que acudir. Puedes consultar en el centro de salud, en los servicios sociales de tu ayuntamiento, en internet, etc. Encontrarás diferentes posibilidades. Elige la que más te guste e intégrate en ese grupo. Te ayudará a sobrellevar el problema y te darán información interesante para conocer la enfermedad a la que te enfrentas o las opciones que tienes para llevar mejor la situación que te ha tocado vivir.
- No te sientas culpable por nada. Eres imprescindible.
Entre todos debemos concienciarnos y participar más en los cuidados que necesitan nuestros familiares dependientes o personas mayores. Sólo así podrán cambiar la situación de las cuidadores y de las personas que necesitan cuidados, tanto a nivel familiar como estatal.
Carmen Reija
Farmacéutica,
Óptica y Tecnóloga de alimentos.
misconsejosparatusalud.blogspot.com